(Videoconferencia de Jesús Martín Barbero- III COMLAC-15/10/2007)
"...nuestra gente está buscando cada vez más es visibilidad social, visibilidad cultural, visibilidad política y para eso necesitamos abandonar profundamente cierta concepción de salvación.
Vengo de un proyecto de sociedad en el que, con otras gentes, a lo largo de América Latina, pensamos ya a mediados de los años 70 que hablar de comunicación es mucho más que hablar de medios, pues hablar de comunicación es hablar de actores de prácticas sociales, procesos culturales, políticos, pero pronto una cierta dicotomía entre la manera como pensábamos los medios grandes, los medios comerciales y nuestros pequeños medios alternativos, esa dicotomía nos llevó a pensar en una especie de comunicación verdadera y comunicaciones falsas. Poco a poco fuimos aprendiendo donde estaba la veta para nuestro trabajo no era en –lo pequeño es hermoso- sino en la capacidad de asumir las contradicciones que vivíamos tanto en nuestros pequeños medios –porque en ellos también había muchas veces autoritarismo, había adoctrinamiento- como en la posibilidad de abrir brechas en los medios masivos.
Lo que quiero decir es que hubo un momento crucial que tuvimos que asumir que la relación de las mayorías con los medios masivos necesitaban ser pensadas de una manera mucho mas integral, mucho más compleja y en ese sentido todo lo sucedido en los años 70 ha hecho todavía mucha mas espesa y opaca la relación entre ciudadanos y medios. La idea de la quiero partir es la siguiente: se la debemos a un antropólogo mexicano Guillermo Bofil, quien fue el único que se atrevió en América Latina a hacer una pequeña historia de cómo los libertadores de América Latina no vieron en la cultura de los indígenas de estos países la existencia de culturas políticas. Se hicieron las revoluciones pero se hicieron con concepciones ilustradas, europeas, de tal manera que los indígenas acabaron siendo fiestas, mitos, ritos, idiomas y carne de cañón, de tal manera –como dice Guillermo Bofil- que desde aquel momento las culturas políticas de estos pueblos quedaron fuera del proyecto emancipatorio. De tal manera que lo único no mestizo en América Latina es justamente la política.
http://video.google.com/videoplay?docid=8564338340182439988
Esta reflexión de Guillermo Bofil es importante cuando vemos como la política que hacen los políticos en la mayoría de nuestros países se ha vaciado de simbolismo, ha perdido capacidad de convocatoria; por otra parte, nuestras poblaciones comienzan a buscar y comienzan a crear y a construir muchas formas de ciudadanía, es importante que comencemos a diferenciar –algo que mucho tiempo nos costó pensar que todo era ideología -una cosa es ideología y otra cultura política-.
Yo quiero rescatar este concepto ahora que hemos empezado a valorar tanto las dimensiones culturales de la vida, la dimensiones culturales del desarrollo de las dimensiones culturales, de la emancipación, los derechos culturales como derechos básicos de los seres humanos creo es muy importante pensar en serio qué ha pasado con las culturas políticas de nuestros pueblos, que ha pasado con sus formas de hacerse ciudadanos.
La crisis de la Democracia
La crisis de la democracia en América Latina tiene, a mi ver, dos dimensiones que necesitamos pensar en su relación muy cercana con nuestras maneras de pensar la comunicación.
La primera tiene que ver con la disyunción entre democracia política, democracia social, democracia cultural. El politólogo chileno Norbert Lerner nos dejó un espléndido libro: “las sombras del mañana” donde hacía una reflexión a cerca de cómo para la mayoría de los latinoamericanos la democracia se había ido volviendo indiferente. No es que no quisieran democracia sino que al haberse desligado de los procesos de igualdad social, al encontrarnos en una situación, en la que al revés tenemos mayor desigualdad social que en los años 60- 70, al volverse cada vez más impredecible la vida de la mayoría de los latinoamericanos, al tener menos capacidad de decidir sobre su propia vida por la precariedad del empleo, incluso por pérdida de empleos, mucha gente ha ido perdiendo fe en las formas de la democracia.
Pero de otro lado hemos vivido también una dicotomía que no solo tiene que ver entre lo social y lo político, hemos vivido esa otra dicotomía que han trabajado Alain Touraine, Chantal Mouffe, Bauman entre la concepción de lo público, como algo que tiene que ver con las grandes decisiones de la economía y de la política, y de otro lado esos mundos de vida, esa vida cotidiana de la gente que quedaba al margen, y que cuando la política fue algo realmente vivo, la política mediaba entre las lógicas de la economía de la gran política y las lógicas de la vida cotidiana, la lógica del reconocimiento, las lógicas de la solidaridad, etc. En la medida en que no solo la gente constata en su vida cotidiana esta incapacidad de la política de hacer efectivo el desarrollo social, la redistribución, la inclusión y mas bien constata lo contrario, que la democracia puede convivir con el crecimiento enorme de la exclusión.
Pero por otro lado en la medida que los procesos mas cercanos a la vida cotidiana que se desligan también rotundamente de lo que tiene que ver con el mundo oficial de la política, no es extraño que la gente joven no tenga ningunas ganas de enredarse en ese mundo, que siente tan poco capaz de hacerse cargo de su miedos, de sus preocupaciones, de sus esperanzas, de sus sueños. Y justamente creo que a donde deberían apuntar nuestras maneras de pensar la comunicación, es a como reinsertar en la vida política, y en la vida política a todos los niveles que hoy lo tenemos, porque hoy sabemos que la política no la hacen sólo los políticos, la hacemos los ciudadanos a través de muy diversas formas de organizaciones, de movimientos de asociaciones- cómo reubicar al interior de nuestras culturas políticas nuevas las sensibilidades, los modos de sentir, los modos de pensar, los modos organizarse de la gente joven de manera que nuestras propuestas de comunicación no sean que dejen fuera lo mismo que deja la política oficial. Que sean propuestas capaces de posibilitar que lo mejor de la gente joven se reencuentre al interior de nuestros proyectos de cambio social, de nuestros proyectos de transformación de la democracia, de nuestros proyectos de hacernos cargo de la heterogeneidad que viven nuestros países.
A partir de aquí quisiera señalar unas dos o tres pistas para el trabajo:
Primera: la necesidad de asumir esa crisis de la representación política y empezar a trabajar a fondo en las nuevas densidades que tienen los procesos de reconocimiento socio cultural. No estoy diciendo que no se necesite parlamentos, partidos políticos, sin embargo creo que de lo que si estamos convencidos es que nosotros no podemos seguir pensando una vida política sin cambiar radicalmente eso que entendíamos por política en términos de mera representación formal. Creo que lo que nuestra gente está buscando cada vez más es visibilidad social, visibilidad cultural, visibilidad política y para eso necesitamos abandonar profundamente cierta concepción de salvadores, de libertadores, de emancipadores, que con doctrinas de afuera hicimos una revolución, pero que no nos da para poder construir ahora el tipo de sociedad y de ciudadanía que queremos.
Segunda: esto va a exigir retomar al viejo Weber porque él ya habló de cómo dejado a su pura evolución el sistema político y económico, acabaría convirtiéndonos en una “jaula de hierro”, es decir la racionalización del mundo, este buscar las puras lógicas racionales a partir de la cuales se produjo el orden llamado moderno supuso dejar sin sentido, dejar sin magia, dejar sin encanto, dejar sin misterio muchas de las dimensiones claves a partir de las cuales se realiza y alimenta el sentido social, habría que devolver todas las mediaciones de lo sensible, de lo visible, de lo corporal, de lo emocional, devolvérselo a la política, devolvérselo al trabajo ciudadano para asumir que hoy día la visibilidad por ejemplo no es solamente una dimensión del show de los políticos, la visibilidad es un campo de disputa estratégico sobre qué tipo de país cabe en nuestros proyectos de sociedad.
Finalmente: yo creo que muchos de nosotros nos movemos no solo en el campo del análisis de los grandes medios, nos movemos en la vida, en la producción, en las búsquedas de medios ciudadanos.
Hoy uno de los títulos más importantes que tengo es que hago parte del Consejo Nacional de la Cultura de Colombia en el área de medios ciudadanos (estamos, un creador de una emisora de radio comunitaria en un lugar en plena guerra de Colombia y un investigador, representando medios ciudadanos). Esa historia que hemos vivido de grandes sufrimientos debería poder enseñarnos que hoy día lo alternativo, lo comunitario ya no encuentra su verdad en aquello que de alguna manera significaba lo local y lo popular, sino que lo halla en su capacidad de articular lenguajes, sensibilidades, modos de narrar locales a proyectos de país, cada vez más a proyectos de construcción de la patria grande.
Yo creo que los medios, en Colombia por ejemplo, están reinventando la democracia desde pequeños municipios, desde barrios, desde emisoras de colegios, pero que es capaz de dar lugar, de dar cabida a los problemas y a los sueños de los barrios. Si nosotros fuéramos capaces de ir articulando estos medios hacia un proyecto en el que lo local de los temas, lo local de la agenda no impida el tener una mirada hacia el país entero y hacia América Latina, creo que todo lo que hemos venido investigando, todo lo que hemos venido trabajando encontraría una forma eficaz, realmente fecunda, a la hora de poner la comunicación al servicio de la construcción de ciudadanos cada día más capaces de hacerse cargo de sus sociedades. Muchas gracias.
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